Cuenta la historia que los mándalas tienen un poder especial, en la tradición budista los monjes se reúnen alrededor de una superficie completamente impecable sobre la cual empiezan a establecer un diseño con un fin especial, puede ser el de sanar un conflicto, liberar las energías del mundo. Es una actividad de contemplación, todos están conectados hacia el mismo objetivo y las formas, los colores, la simetría y la perfección son elementos importantes para lograr llegar al fin, pero hay algo fundamental, el centro es el origen, el nacimiento: del centro empiezan a crecer las formas de manera simétrica y estas formas van sugiriendo la forma en que se debe continuar. La arena es la conexión con la tierra y el circulo es el universo.
Una vez el diseño se ha terminado se empieza a borrar de una forma ordenada, haciendo figuras con los dedos y poco a poco va desapareciendo la imagen para darle paso a la mezcla de arenas de colores.
la mezcla de los colores se integra volviendo a ser solo arena y se vierte en una urna o vasija la cual se lleva a las orillas del rió y allí se une de nuevo con el origen, la naturaleza, el viento, el agua dejan correr todo lo que en el mándala se libero.
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